Una piedra en mi zapato.

Cierto día mientras caminaba, sentí que una pequeña piedra se había metido dentro de mi sandalia, la verdad, me dificultaba mucho al andar y por más que intentaba sacarla, no podía, ahí seguía. La gente me miraba de manera extraña, viendo mis esfuerzos para sacarme la pequeña piedrita, hasta que tuve que detenerme, sentarme y sacarla. Ya después de no tenerla, sentí mucha comodidad de continuar y vi que podía dar mis pasos con más seguridad y agilidad.
Así es la vida, con frecuencia encontramos piedritas que nos hacen tropezar, o simplemente, se introducen en nuestro zapato y no nos dejan caminar, duele sentirla enterrarse en el pie, es difícil poder afirmar cada paso. Hay quienes se pasan su vida con la piedrita en el zapato, y así se torturan, o simplemente renuncian al camino, se dejan vencer, porque no saben andar con esa molestia. Pero otros, con espíritu luchador, que no renuncian ante nada, saben que es mejor tal vez detenerse, sacarse el zapato, liberarse de la piedra, y continuar, hasta llegar a su meta.
Nos quejamos por pequeñas piedritas, renunciamos ante el primer obstáculo, preferimos los caminos lisos, sin nada que nos haga tropezar o caer, porque no sabemos asumir las dificultades. Es mejor muchas veces, encontrar el atajo, lo fácil, o todo ya terminado. La vida se construye desde las cotidianidades, todo lo que nos rodea nos habla, nos enseña, hace parte del vivir.

Revisa tus zapatos mentales, aquellos que utilizas para andar de acuerdo al momento o al terreno que pisas. A lo mejor, aquello que te duele y te molesta, es tan solo una piedrita que en el avanzar se ha introducido ahí.

Sólo debes hacer un pare en el camino, sin renunciar a él, sácala, libérate de ella y sigue adelante. No te rindas, no podemos vivir todo el tiempo, con esa molestia, ni tampoco dejar a un lado nuestros sueños, por miedo a la lucha. Eso es vivir, así lo hacen las almas gigantes..



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